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Metodología

La manera en que se ha de llevar a cabo la MNIO va a depender de varios factores:
Medios técnicos. Lo ideal es contar con capacidad de realización simultánea de PEAT, PESS y PEM bilaterales, así como EMG (20 canales). Se debe tener en cuenta que en casos muy complejos hay que monitorizar también los pares craneales de forma bilateral.
 

A esto hay que añadir la posibilidad técnica de recoger la imagen del vídeo microquirúrgico y los datos de monitorización anestésica.

  • Interés y experiencia del equipo de neurofisiología.
  • Conocimiento de la situación basal del paciente. Para lo que es imprescindible que en el preoperatorio inmediato se le haya realizado una exploración exhaustiva, que incluya los potenciales evocados y EMG

de posibles pares afectados. Esta exploración preoperatoria basal tiene varias ventajas:

  • El propio paciente conoce la calidad de la intervención que se va a llevar a cabo.
  • El neurofisiólogo se familiariza con el caso y detecta posibles lesiones establecidas, así como las respuestas específicas de cada paciente a estos tests.

Coordinación entre neurofisiología, neurocirugía y neuroanestesia. En numerosas ocasiones hay que mantener períodos importantes de anestesia sin relajantes musculares, así como utilizar determinados agentes anestésicos que no afecten a la calidad de registro de los potenciales evocados.

Continua retroalimentación en la información entre el neurofisiólogo y el neurocirujano.

 Diseño de la monitorización. Antes de colocar al paciente, el neurocirujano y el neurofisiólogo han de intercambiar opiniones acerca de la intervención quirúrgica, vías de abordaje que se van a utilizar, tipo de patología, etc. Es extremadamente importante disponer de mapas del tronco cerebral, de manera que tanto en neurocirugía como en neurofisiología sepan los pasos planeados en la intervención quirúrgica y las vías de aproximación a la lesión.

 
Esto último es esencial en la cirugía de lesiones intraparenquimatosas en el tronco cerebral. Es el caso, por ejemplo, del mapeo del suelo del IV ventrículo o el conocimiento de la zona de entrada para acceder a la tumoración o la malformación vascular, de manera que se penetre a través de la región menos importante funcionalmente.

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