Convertirse en cuidador no siempre resulta una elección, la enfermedad, crónica, la fragilidad propia del envejecimiento y las condiciones sociales, culturales y económicas pueden generar la necesidad de cualquier persona de convertirse en el cuidador de un adulto mayor. De entre las personas responsables, siempre debe existir un cuidador principal quien será el encargado de la supervisión general de todos los aspectos del cuidado: físico, emocional, económico y legal.
No puede perderse de vista entonces, que el cuidador por sí mismo, se encuentra en riesgo de sufrir con toda la sobrecarga emocional de las responsabilidades adquiridas al igual que de vivir el día a día del posible deterioro la persona a su cargo. Se recomienda que el cuidador primario o principal, no deje de observar:
- la atención de la propia salud y enfermedad
- evitar el aislamiento y compartir responsabilidades del cuidado
- valorar los propios esfuerzos
- apoyarse de otros servicios de profesionales y personas con las que comparte su situación de vida
La pérdida de estas cualidades, sin duda llevará al cuidador a sufrir síndrome de colapso, en los que las manifestaciones físicas, emocionales y sociales afectan al cuidador y al cuidado.
Existen recomendaciones y cuidados para cada tarea de la vida cotidiana: la alimentación, la higiene, el vestido, el traslado, los cambios de posición a los que se suman las acciones de prevención de lesiones asociadas a la movilidad reducida: úlceras por presión, micosis cutáneas, dermatitis del pañal, atragantamientos, el elevado riesgo de caídas y la prevención a la polifarmacia.
Recomendamos a los cuidadores de adultos mayores, atender las recomendaciones de sus médicos y podrá encontrar información sencilla y en español en el Manual de Habilidades para Cuidadores Familiares de Personas Mayores Dependientes de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.
